Era un día típico en la oficina cuando mi jefe, un hombre severo y estricto, decidió enseñarme una lección.Me acusó de robar en la tienda, y como castigo, llamó a la policía.Para mi sorpresa, el oficial que llegó fue mi suegro, que había venido a ayudar en un caso de robo.Mi jefe dejó claro que iba a ser castigado por mi presunto delito, y mi suejo, siendo un estricto disciplinario, asintió.Me llevó al garaje y me obligó a ponerme de rodillas, haciéndome practicar sexo oral en él.Entonces me llevaron a la parte trasera del auto de la policía, donde procedió a follarme duro y sin piedad.Como si eso no fuera suficiente, continuó follándome en varias posiciones, todo el tiempo recordándome las graves consecuencias de mis actos.Me quedé agotado y humillado, pero sabía que había aprendido mi lección.